jueves, 8 de diciembre de 2016

EL DESAPARECIDO RADIO CLUB DE CIUDAD BOLÍVAR



José Luis Cestari Villegas
Pues sí, mis amigos, en Ciudad Bolívar existió un Radio Club. No vayan a creer que era un club que agrupaba a unos cuantos que tenían radios para escuchar la novela de “Martín Valiente”. Era bastante más que eso…era un club de radioaficionados.
La radioafición fue la precursora del internet. Un radioaficionado es una persona que se comunica con el mundo entero a través de su transmisor-receptor de radio. Por supuesto, conoce de antenas, equipos, circuitos, código morse, código Q, etc. Es increíble lo que estudia un radioaficionado. A mí no me aplazaron en el exámen porque me dijeron algunas preguntas mis fraternos Iván Croes, su esposa Maby Natera y José Gregorio Mora. Lo digo sin vergüenza alguna, porque era yo un joven médico con una carga laboral demasiado grande y a veces no podía asistir a las clases, las cuales se llevaban a cabo una o dos noches a la semana –durante varios meses- en un amplio espacio del Orfanato Bolívar. Todos ellos sabían el importante esfuerzo que yo hacía para hacerme radioaficionado, y por eso me ayudaban. Cosa que no olvido. Sobre todo cuando veo el carnecito con mis siglas, YV6-ESA.
Pero mi experiencia como radioaficionado es nula. Nula porque nunca ejercí el oficio. El excesivo trabajo médico no me dejaba más que unas horas para descansar. Y, además, mi exiguo sueldo hospitalario de Bs.2.875 no me permitía comprar los equipos necesarios. Siempre que iba a Caracas visitaba los establecimientos donde vendían equipos para radioaficionados, y allí pasaba horas y horas…mirando…preguntando…y siempre pensando: -“Algún día…cuando tenga unos realitos…”
La historia que hoy les traigo no es la mía. Era yo aún muy niño cuando mis padres, familiares y amigos entraron a la radioafición. Hace algún tiempo llamé a mi primo Orlando Botello para saludarlo, y él me corroboró memorias que ambos compartimos sobre el tema; pero me informó, además, que él se inició primero que mis padres en la radioafición, en Caracas, estimulado por don Pedro Victorio León, padre de su esposa Isabel. Por cierto, no podré olvidar nunca el curso de radioaficionados en el cual se graduaron mis padres y mis tíos Vicente, Gisela y Rosita…y a lo mejor alguien más…creo que nuestro primo Hugo Laprea. No sé los demás, pero al menos mi mamá se llevó su chuletica, por si las moscas (vale una sonrisa).
Mi papá le regaló a mi tío Vicente los equipos, uno para la casa de San Fernando y otro para el hato. Marca “Ranger”, recuerdo. Se quedó mi papá con otros que recién había comprado, un “Barker & Wiliamson” y uno que llamaban “Five Hundred”, no recuerdo la marca. El sitio de la casa destinado a la radioafición era el último cuarto de la casa, contiguo a la mata de mango y cerca de un gigantesco poste rojo rematado por una antena direccional, que manejaba desde dentro con un “rotor”.. A ese sitio mis padres lo llamaban “el shack”, que lo que significa es “choza”. Ignoro el por qué le pusieron ese nombre. Allí, en ese “shack”, se formaban las grandes “ruedas”(rueda es un grupo de radioaficionados que están en igual frecuencia, hablando): un domingo en la mañana, por ejemplo, era ya cotidiano escuchar a alguno de mis padres: -“CQ Paris…o CQ Dinamarca…o Estados Unidos…o un hato lejano en el Capanaparo…o una estación mobil llegando a la cueva del Guácharo. La cantidad de amigos a nivel mundial que hace un radioaficionado pudiese equipararse a cualquier usuario de Facebook o Twiter. Con la ventaja de que las ondas de radio viajan de forma universal…y no dependen de los caprichos de la compañía de teléfonos o del dictador de turno. Tiene otras ventajas, entre ellas que las conversaciones en “single side band” no podían ser escuchadas por nadie más, solo los interesados. No habían “hackers” que amenazaran la privacidad de los radioaficionados.
En Ciudad Bolívar se fundó el Radio Club Venezolano, Seccional Bolívar. Pedro Victorio León, Auristela León, los hermanos José Miguel y Raúl Arreaza, Margot Azanza, Orlando Botello y mis padres –seguramente algunos otros- lo integraban. Se reunían en casa de José Miguel Arreaza y su esposa Clara, grandes amigos de mi casa. A veces los visitaban amigos de Caracas u otros estados…Armando Díaz y familia, con quienes llegamos a ser como hermanos. Recuerdo las reuniones semanales en el hogar de los Arreaza…cómo olvidar los tequeños y bolitas de carne que preparaba doña Clara…una vez hizo unos buñuelos con miel, fenomenales! Esthercita, su hija menor, era bebé, andaba por ahí con una muñequita…hoy día, ella y su esposo Pedro Alcocer son nuestros fraternos amigos aquí en los Estados Unidos. Les estamos muy agradecidos por sus amorosas atenciones. Cosecha feliz del Amor.
Lo del Radio Club no era más que un pretexto para socializar, para pasarla bien. Compartir las gratas experiencias de la comunicación hertziana era tan sólo uno de los ítems. Grandes amigos se hacen a través de la radioafición, como grandes amistades se logran a través de Facebook. Importantes beneficios a la comunidad prestan los radioaficionados, al igual que los Leones, Rotarios u otro club de apoyo y servicio, generalmente filantrópico.
Cualquier iniciativa gregaria que pueda unir a la gente en propósitos comunes es buena. Pero sin la política. Aunque ella constituye –en teoría- una rama de la moral que se ocupa de la actividad, en virtud de la cual una sociedad libre, compuesta por personas libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia colectiva, en la práctica –con las excepciones del caso- se usa para dividir a los seres humanos. Para enfrentarlos. Para que se odien. Ninguno de esos clubes de ayuda y bienestar social debería ser infectado por la política, so pena de que desaparezcan en el lago hirviendo de los más inútiles enfrentamientos.
En lo personal, creo que la radioafición no debería desaparecer. Hay zonas donde no hay comunicación por internet, y debería ser disponible prestar cualquier ayuda a través de los radioaficionados.
Por último, les digo, haciendo uso de nuestro Código Q:
”CQ…CQ…Venezuela está QRJ…esperemos que pronto queden QRT los tiranos de turno y hagan QSY con sus QRM a otro QRC….estamos QRV y seguimos QAP…Roger.”
Se anexa Código Q para su saber y entender. Creo que es más fácil que hablar en “cuti”.

jueves, 1 de diciembre de 2016

EL DIA DEL ESCRITOR



El 29 de Noviembre de 1989 se juramentó la Junta Directiva de la Asociación de Escritores de Venezuela, Seccional Bolívar, que tuvo la iniciativa de legalizarla después de 22 años de fundada.  En efecto, fue fundada en 1967 por iniciativa de Mimina Rodríguez Lezama, José Sánchez Negrón, Elías Inaty y Mercedes Quiroga, entre otros, y se mantuvo intacta con jurisdicción en todo el Estado hasta 1988 cuando los miembros residentes en la Zona del Hierro resolvieron fundar la Seccional de Ciudad Guayana, bajo la presidencia del poeta Alis Darnot. Pero como institución civil de carácter gremial sin fines de lucro, con personería jurídica y patrimonio propio, no fue registrada sino el 16 de mayo de 1990 por gestión de la Junta Directiva electa en 1989 y reelecta el miércoles 7 de noviembre de 1990. Esta Junta Directiva ratificada para un segundo período y la cual se juramentó el 29 de noviembre, aniversario del natalicio de don Andrés Bello y, por lo tanto, Día del Escritor, la conformaron: Presidente, Elías Inaty; Secretario General, Américo Fernández; Secretario de Finanzas, Mercedes Quiroga; Secretaria de Actas, Iris Aristeguieta; Secretario de Cultura, Reinaldo González; Vocales, Guillermina Rodríguez Lezama (Mimina) y Diógenes Troncones Sánchez. Tribunal Disciplinario: Horacio Cabrera Sifontes (Presidente), Teresa Coraspe y Abraham Salloum.
De acuerdo con el registro, la  AEV asienta que no persigue otros fines que no sean el de trabajar por el más amplio desarrollo de la cultura, en particular de las letras; por la elevación de las condiciones sociales y económicas del escritor y por la defensa de sus derechos y de las libertades públicas … Se entiende por escritor todo creador intelectual, con obras escritas, no necesariamente publicadas, que respondan a exigencias estéticas y admita calificación literaria, científica o humanística.
La asociación de escritores, fue fundada por intelectuales venezolanos que proclamaron el 29 de noviembre como su Gran Día para de esta manera honrar a don Andrés Bello, notable filólogo, poeta, educador y periodista nacido en Caracas en 1781 y fallecido en Chile en 1865 donde destacó como Rector de la Universidad de Santiago durante 22 años.
Andrés Bello fue además el primer redactor de la Gaceta de Caracas, autor del código civil de Chile, de la primera antología americana, de la biblioteca y el repertorio americano, traductor del Sofocles, Eurípedes, Virgilio y Homero.
Podríamos decir entonces que con Andrés Bello nace en Venezuela esa pasión por escribir en el sentido más enaltecedor de la investigación y la creación literaria.
Correspondió al antropólogo Miguel Acosta Saignes ser el primer presidente de la Asociación de Escritores de Venezuela, seguido por notabilidades como Arturo Uslar Pietri, Díaz Sánchez, Luis Pastori, Pascual Venegas Filardo, Rómulo Gallego, José Ramón Medina y otros que serian largo enumerar pero que le dieron a la Asociación el cuerpo y la solides gremial que conforman  24 seccionales en las cuales militan 1400 escritores.
En 1989 es realmente cuando la AEV de Bolívar  toma cuerpo, impulso, solidez, y logra un subsidio del CONAC de 250 mil bolívares, el cual se multiplica con la actividad gremial hasta formar un fondo editorial que le permitió publicar los siguientes  libros “Rumor de la memoria", de Elías Inaty; “Ventana al Sol”, de Iris Aristiguieta; “La Selva, Protagonista de la novela Canaima” y La Casa de Piedtras, de Diógenes Troncones; “Este Silencio Siempre”, de Teresa Coraspe y “Héroes y Espantapájaros” de Mimina Rodríguez Lezama. y Relatos de José Luis Cestari De igual manera, la revista “La Palabra”, de la cual circularon 3 números, sustituida en 1992 por la revista “Urinoko”, con la cual la publicación aevista modificó el formato y mejoro la calidad, gracias a la colaboración de la periodista y escritora bolivarense Albor Rodríguez y el diseñador Iván Castillo.  En los últimos años ha sido imposible editar nuevos libros de autores guayaneses debido a la crisis que mantiene prácticamente arrinconado a los escritores guayaneses y su sede propia que es la casa que perteneció al poeta Agosto Méndez, no ha podido ser restaurada por incumplimiento del Gobierno Regional responsable del programa de revitalización del Casco Histórico proclamado Monumento Público Nacional.
Debemos decir que la AEV, seccional, tuvo el privilegio de ser anfitriona de la Primera Convención Nacional de Seccionales, realizada en Ciudad Bolívar los días 18, 19, y 20 de agosto de 1973, siendo presidente el poeta José Sánchez Negrón a la cual asistieron delegados de 15 seccionales, para debatir como materia principal lo que entonces era preocupación de los intelectuales venezolanos: la Ley sobre Derecho de Autor que databa del mes de noviembre de 1962, en sustitución de la Ley de Propiedad Intelectual del 13 de junio de 1928.
En esa ocasión dijo el doctor José Ramón Medina, presidente de la Asociación de Escritores de Venezuela que se había escogido a Ciudad Bolívar como sede de la primera convención, “por muchas razones, entre ellas, precisamente porque aquí palpitan las costumbres venezolanas desde las más anchas tradiciones históricas, porque Ciudad Bolívar no solo recoge el homenaje y el mensaje del gran hombre- el padre de la patria- sino porque aquí además está centrado el pasado, el presente y el futuro de Venezuela.”
En el acto inaugural le fue impuesta la medalla del escritor a los intelectuales bolivarenses de Lucila Palacios, Luz Machado y Héctor Guillermo Villalobos.