Como
presidente de la Academia Venezolana de la Lengua deseo llegar la adhesión
institucional de la corporación al homenaje que se le ha preparado en Ciudad
Bolívar a la notable escritora y miembro correspondiente de esta academia por
el estado Bolívar, doña Milagros Mata Gil. Constituye un honor para la corporación
saber que uno de sus miembros más destacados sea honrada en su tierra, tierra
de tanta historia, de tanta tradición, de tantos blasones antiguos y recientes.
Como
amigo de muchos años, lector y admirador de la obra de Milagros Mata Gil quiero
reconocer en ella a una extraordinaria mujer, de gran sensibilidad humana, de
extraordinaria capacidad para captar detalles y claroscuros, sombras y matices
más allá de la región pura de la luz y sus reflejos. Todo ello le ha
posibilitado, por un lado, plasmar una obra narrativa rica en visiones
ficcionalizadas de la realidad y, a la par, un conjunto de ensayos no menos
meritorios por su agudeza interpretativa.
Sin
duda, sus novelas La casa en llamas y Mata el caracol, ambientadas
ambas en Ciudad Bolívar, nos ofrecen interpretaciones ficcionales de la gran
urbe angostureña, de su cotidianidad, de sus quietudes y borrascas.
No puede
ser menos oportuno y justo este reconocimiento a Milagros Mata Gil de Carnevalli
Villegas, mi querida marquesa viuda de Villegas. Deseo sumarme a él y adherir
mi corazón y mis más profundos sentimientos guayaneses a quien (como el río que
atraviesa la región y se alimenta de tantos otros ríos y permite el tránsito
del naciente al poniente y de la aurora al crepúsculo de la tarde y a la noche
aguda de estrellas poblada) ha narrado voces e historias ínfimas que se hacen
con fuerza raudal y tepui, roca y gota de agua.
Horacio
Biord Castillo
San Antonio de Los Altos, 27 de noviembre
de 2017
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