jueves, 27 de octubre de 2016

Encuentro de poetas 3 y 4 de noviembre

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Néstor Rojas te etiquetó a ti y a 98 personas más en una publicación.
Néstor escribió: "Hoy viernes en el Museo Soto comienza: V Encuentro de Poetas y Escritores del Estado Bolívar La Fundación Civil Cultural Editorial "Poetas del Río" se complace en invitarles al "V Encuentro de Poetas y Escritores del Estado Bolívar", en homenaje a los distinguidos escritores: Oscar Pirrongelli Seijas y Leopoldo Villalobos. El evento emblematico de la literatura guayanesa se llevará a cabo en los espacios del Museo de Arte Moderno Jesús Soto, desde hoy jueves 3 y viernes 4 de noviembre, a partir de las 8:30 AM. Una vez más se darán cita en la ciudad del prodigio poetas, escritores, cronista, inventigadores, intelectuales, cultores y artistas diversos, provenientes de los diversos municipios del estado Bolivar. Habrá acto homenaje, ponencias, recitales, invitados especiales, lectura de cuentos breves, bautizo de libros, tertulias y otras actividades. Asiste. La entrada es libre!"
Más información sobre cómo etiquetar en Facebook.

Melquiades; dos personalidades en un mismo nombre


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En la novela "Doña Bárbara" de Rómulo Gallegos, Melquiades es un espaldero sanguinario; en cambio, en la novela "Cien Años de Soledad" de Gabriel García Márquez, Melquiades es un gitano fabulador y fantástico.

domingo, 23 de octubre de 2016

V ENCUENTRO DE POETAS EN EL MUSEO SOTO



FUNDACIÓN CIVIL CULTURAL EDITORIAL POETAS DEL RÍO
FUNDACIÓN  CIVIL CULTURAL EDITORIAL “POETAS DEL RÍO”. Casco Histórico de Ciudad Bolívar.
Casa de la Poesía.  Calle  Constitución.  RIF: J-31252592-4.  NIT: 0377606418.
Presidente: Poeta Jorge Casanova.  Celular: 0414-8544852.   0416-9928791



Ciudad Bolívar, 22 de octubre de 2016  

CIUDADANO: LCDO. AMERICO FERNANDEZ
CRONISTA DEL MUNICIPIO HERES

De la más alta consideración. 
          Por medio de la presente y en el marco de la celebración del “V Encuentro de Poetas y Escritores del Estado Bolívar”, en homenaje a las distinguidas personalidades Oscar Pirrongelli y  Leopoldo Villalobos,  a través de la comisión organizadora de la FUNDACIÓN  CIVIL CULTURAL EDITORIAL “POETAS DEL RÍO”: hacemos llegar la invitación a usted, para que nos honre con su presencia. El Encuentro tendrá lugar, los días 03 y 04 de noviembre del año en curso en el Museo de Arte Moderno Jesús Soto, desde las 8:30 A.M. Siempre nos ha caracterizado una visión de inclusión y en este sentido sabríamos valorar su asistencia. 
Sin más que agregar y a la espera de una oportuna y favorable respuesta, nos despedimos respetuosamente. 

Atentamente: Por la Comisión Organizadora


   JORGE CASANOVA
e-mail: poetasdelrio@hotmail.com

Tlf: 0414-854.48.52

viernes, 14 de octubre de 2016

Mi primer recuerdo del Cine / José Luis Cestari


"Cine nuestro que llevamos por dentro -“Helenita, ¿Los monitos no tienen c…..?” Ese es mi primer recuerdo de cine… las carcajadas todavía se escuchan en el aire de aquella temprana niñez. Mi tía Helena, mi hermano Carlos, Tarzán y yo sabemos de qué se trata. Mi experiencia primera en el cine fué la oscuridad. Cuando se es niño, las penumbras sirven para dos cosas: temer y dormir. Imposible imaginar alguno de aquellos personajes con quienes nos metían miedo desligado de la necesaria oscuridad. Difícil –al menos para mí siempre lo fue- dormir con la luz encendida. Estar en la oscuridad con mi hermano y mi tía, sentados en unas butacas y frente a una gigantesca pantalla era algo muy extraño para mí. Y más extraño aún que en la pantalla aparecieran grandes imágenes y las escucháramos hablar. “Tarzán de los monos” veíamos ese día, en Caracas. Les podría parecer que exagero, pero no es así. Era un poco más de la mitad del siglo pasado…los inicios de la televisión en Venezuela datan de 1952…el cine llegó antes: El 11 de julio de 1896 se realiza la primera función de cine en Maracaibo. Por supuesto, cine mudo. El aparato empleado fue el Vitascopio de Edison, que fué adquirido por Luis Manuel Méndez en la ciudad de Nueva York, quien a su vez contrató a Manuel Trujillo Durán para que lo operara. Las primeras películas realizadas en Venezuela fueron “Célebre especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa”, y “Muchachos bañándose en la laguna de Maracaibo”, ambas estrenadas el 28 de enero de 1897 en el Teatro Baralt de Maracaibo, y cuya realización generalmente es atribuída al mismo Manuel Trujillo Durán. En este mismo año, otros pioneros del cine como Ricardo Rouffet y Carlos Ruíz Chapellín realizan algunos cortometrajes en la ciudad de Caracas. Si bien en 1931 se hicieron algunos intentos de sonido con la película “La Venus de Nácar”, no sería hasta 1938 con el estreno del cortometraje “Taboga” que se puede hablar verdaderamente de cine sonoro en Venezuela. Igualmente, se rueda el primer largometraje sonoro en el país: “El Rompimiento”, de Antonio Delgado Gómez. Siguiendo a Américo Fernández en sus interesantes investigaciones, “…el Bioscopio -creado por los hermanos Skladanowsky- fue el primer aparato de cine llegado a Ciudad Bolívar. Este gran suceso que impresionó a los citadinos ocurrió el 30 de noviembre de 1900. Se realizaron tres funciones: dos en un hotel y la tercera en el Teatro Bolívar”. (Fin de la cita). El trabajo investigativo del Lic. Américo Fernández es excelente, lo recomiendo ampliamente. Importantes datos históricos que no debemos olvidar, pero hoy quiero contarles lo que he vivido hasta ahora como asiduo espectador de cine. En una Ciudad Bolívar relativamente pequeña de la década del cincuenta, la verdad es que nadie parecía darse cuenta de lo que hacía falta…simplemente, porque lo que había era suficiente. Hoy día parecemos como más completos porque tenemos computadoras y celulares, pero a cambio carecemos de lo que antes abundaba…seguridad, por ejemplo…tranquilidad, por ejemplo…capacidad adquisitiva, por ejemplo…y, aquí en Ciudad Bolívar, CINE…ni una sala de cine tenemos hoy día, 30 de noviembre del 2012. Y teníamos varias. Esforzándose en paliar tal deficiencia, a veces la gente del Museo Soto proyecta películas. El Cine Bolívar es el primero al que recuerdo haber ido en Ciudad Bolívar, junto a mi hermano Carlos y mi abuela. Esa sala de cine quedaba en una esquina, frente al Grupo Escolar “Estado Mérida”, al lado o a pocos metros de una tintorería de chinos, que creo que aún está allí. Allí pasaban películas más que todo del cine mexicano, de gran popularidad para la época. Otro fué el Cine América, en él disfruté famosos largometrajes. Cuenta Américo Fernández: “…Se inauguró con la cinta Los Ultimos Días de Pompeya, seguida de Espartaco, Los Novios y Los dos sargentos franceses y Santanás.…De todos estos cines itinerantes, el único que se perennizó por los menos hasta los años de 1980 fue el Cine América, que comenzó funcionando en el edificio de la Aduana Vieja, el 22 de abril de 1914.” (Fin de la cita). Mi historia con ese cine se fue elongando con el largo de mis pantalones y la latitud de mi corazón…comencé con los matiné de Superman y Miguel Aceves Mejías junto a mi hermano Carlos, y terminé al lado de Marisol Soto esperando a Rosiris para sentarme a su lado…fue entonces cuando tomé un curso intensivo de “Cómo apaciguar el corazón al lado de ella”, y no lo aprobé…cuando nuestros hijos crecieron y se fueron quise comprar mi entrada –para cualquier película- con la definitiva decisión de sentarme en el mismo puesto con ella, pero a alguien se le ocurrió transformar mi cine en cenizas…ya no sé ni por qué lloraba aquel señor mayor con su linterna en la mano, asumo que sería porque se quedaba sin trabajo o porque, simplemente, ya no tendría senderos oscuros qué alumbrar. Unas cuadras más allá, hacia el Este del mismo Paseo, cerca de la Aduana, el Cine Orinoco. El mismo estilo. Debo advertir a los que me leen que mis idas al cine no eran tales. Era un ritual de placer. Desde que buscaba en la prensa o me enteraba de la película…luego cuadrar el día y la hora…la ropa…si estaba bueno el carro…si tenía dinero…irme temprano para tener un sitio bueno para estacionar…si iba con ella o hacia ella, mejor…comprar el ticket…te lo rompe el portero y te quedas con la mitad (y no hallas dónde guardarla)…el cafetincito…pistachos, maní, si no había cotufas…refresco…algún chocolatín…y entrabas…oscuro todo…con suerte, el mismo señor de la linterna casi que te agarraba por el brazo y te sentaba (donde el decidiera)…sentado al fin, luchando con la espalda que nunca acomodamos del todo bien…si voy solo, el tipo del lado izquierdo, sus piernas abiertas rozan mis rodillas y me desagrada…y la señorita del lado derecho, buscando que le acerque mis rodillas…si voy acompañado, estoy vacunado, tenemos nuestras cuatro rodillas…salvo que siempre toca alguien sentado atrás, que como que aprovecha el cine para contar cualquier cantidad de historias, o chistes, o cualquier cosa…cuando comienza la película, mi mente siempre me ubica como diez minutos después que comenzó, y me lamento no haber visto los caracteres para conocer el reparto…es por tanto que rechacé esa parte cuando era niño, pues tan sólo quería que comenzara la acción. Como ven, mi placer de ir al cine no es tal…es más y mejor que eso. Tendría que nombrarles al Cine Mundial, en el mismo sitio donde hoy está la Contraloría del Estado, en Ciudad Bolívar. Dos pisos, en el de arriba me fumé un cigarrillo escondido. El Cine Royal, calle El Pilar, a la entrada Este del barrio Perro Seco, Ciudad Bolívar. El Cine Iris, en la avenida 19 de abril. El cine Plaza, en el sector Plaza. El Autocine Angostura. El cine Rívoli en Vista Hermosa, y el Cine Roxy donde era el bowling y donde funcionó un conocido casino. El cine (Teatro?) Imperial y el cine Caribe, ambos a pocos metros en el Paseo Meneses…a veces salía de una película y me iba caminando para meterme en otra, en el cine de al lado…A todos fuí, y en todos anhelé tener cerca al amor de mi vida…a veces lo logré. Y si a ello le sumamos las actividades francamente geniales de mi padre-cineasta, quien nos pasaba películas infantiles y de todo tipo con sus proyectores de 8 y 16mm, y también filmó bastante con sus cámaras, desde ponerle sonido a “La fosforerita”, echándose copas hasta la madrugada con mi primo Orlando Botello, domingos en el balneario La Peña hasta operaciones quirúrgicas, comprenderían ustedes ahora por qué el cine hizo –al menos conmigo- lo que le dió la gana. Hasta tengo dos hijos periodistas y actores…sus juegos en mi casa eran algo así como: “Vamos a echarle a perder las tres filmadoras a mi papá, pero hay que hacer sopotocientos video-clips, novelas y transmisiones periodísticas”…échele piernas, pues. La guinda del helado…El Teatro Río. Por cierto, el Cine América era también teatro y no se anunciaba como tal, y el Teatro Río nunca lo fue…cosas…ah, el cine Río…domingos, 5pm…toda aquella muchachada estaba allí…y es que como que había que estar...sea cual fuera la película…era un cine raro…hecho como si nunca lloviera aquí, que tanto llueve, y de pronto…la mitad del cine era al aire libre, y cuando llovía, bueno, aquél gentío pasándose para el área techada. Siempre me pregunté el por qué de aquello…el dueño del cine parecía un señor inteligente…de baja estatura, barrigoncito, español…pendiente de todo, de la venta de los tickets, de las chucherías que vendía, de que todo estuviera bien…de la proyección…en mi fantasía infantil, llegué a desarrollar una admiración increíble por ese personaje, esa especie de Superseñor que todo lo solucionaba y en todas partes estaba. Siempre quise entrar a una sala de proyecciones…hasta ahora no lo he hecho…siempre hay alguien –siempre de lentes- que no me deja entrar. Son las 3:25 de la madrugada. Mi oficio de escritor y de músico como que me tiene prohibido despertarme más tarde. De reojo veía hace rato a la computadora, con ganas de entrarle a este sabroso relato de mi boda eterna con el cine. Pero –sépanlo- también luchaba por no mirar en TNT por cuarta vez “Last chance Harvey” (“Nunca es tarde para enamorarse”), guionista y director el genial Joel Hopkins…con Dustin Hoffman y Emma Thompson…disparejos de tamaño, diferentes países, diferentes vidas…y se enamoraron, ya bastante maduros…amo cada escena de esa obra maestra en el drama, porque se siente fluir con libertad ese niño travieso que ahogamos en problemas todos los días: el amor. No sé ustedes, pero yo cerraré esta cosa que escribe y apagaré la luz que me encandila. Tengo la firme intención de insertarme en mi chinchorro y calarme alguna otra buena película, antes que venga el sol a fastidiar y a recordarme que tengo que ir a cortarme el cabello."





martes, 11 de octubre de 2016

LA DISCOTECA "EL INFIERNO" / José Luis Cestari


L´ENFER” (“El Infierno” en francés).  fué la primera discoteca que hubo en Ciudad Bolívar. Como si fuera hoy, recuerdo que la noticia de su inauguración corrió como reguero de pólvora. No tengo claro en cual año de los sesenta fue su construcción e inauguración. Eduardo Martínez del Box –hijo de don Tito Martínez del Box, de la Radio Rochela- fué su creador. Anunciada la noticia por la prensa escrita regional y por las emisoras Radio Bolívar y Ecos del Orinoco, la otrora calmada y casi somnolienta Ciudad Bolívar se despertó de un brinco. Vientos tormentosos amenazaban. Algunos padres y madres de familia se reunían con sus hijos para advertirles del peligro que la mencionada discoteca representaba para la moral y las buenas costumbres. Nunca olvidaré que la ya desaparecida y siempre bien recordada Srta. Malvina Rosales – ya anciana- en compañía de distinguidas damas bolivarenses visitó el entonces Concejo Municipal para elevar su voz de protesta por lo de la discoteca. –“Eso no puede permitirse, nuestra ciudad no puede aceptar ese atentado contra la moral y las buenas costumbres”, -recuerdo que dijo también por los micrófonos de Radio Bolívar. Sacerdotes y pastores, indignados. Docentes, médicos y artistas, todos elevaban su agrio acento, repudiando la instalación de “L´Enfer”. Distintas personas opinaban en la radio y la prensa –El Bolivarense y El Luchador, en aquél momento- airados, muy molestos…se decía que ese señor “Del Box” tenía muy mala fama y venía a sembrar en nuestra apacible ciudad todo tipo de perversiones e ilicitudes. Así la situación, lo que la gente hablaba era de eso. Espantados. Cualquier cantidad de horribles fantasías de seguro circulaban en cada calle, en cada casa…sin duda, había arribado un factor, un elemento de cambio sociológico y psicológico importante, sentido como perturbador por una gran cantidad de adultos, pero de agradable expectativa de modernidad para nosotros, los adolescentes de la época, que buscábamos casi desesperadamente nuestros íconos de identidad -léase música, ropa, modismos lingüísticos, etc.- y esa discoteca venía a reafirmar buena parte de ellos. Al menos eso creíamos…y aún creemos que fue así. Se inauguró “L´Enfer”. Lamentablemente, no pude ir. No siempre los chicos de entonces podíamos ir donde o cuando quisiéramos. -“Usted no vá porque están muy cerca los exámenes”, - era una frase común, y por respeto a los progenitores la aceptábamos, callados y tristes, pero resignados y conformes. Me contaron que estuvo máximo…la música, uffff…juego de luces…semi-penumbra…chicas para todos los gustos...hecha agua la boca, no pasaron muchos días y, con cincuenta bolívares en el bolsillo, fue un sábado mi visita a “El Infierno” (así terminamos llamándola)…se le llegaba subiendo por una escalera, creo que de madera…paredes laterales pintadas de rojo…al abrir la puerta uno se encontraba con un gran salón, semioscuro…parejas bailando…a la izquierda el Disc Jockey, y algo más allá la entrada al bar…recuerdo a amigos y compañeros –y hasta algunos profesores- casi todo mi salón de clases estaba allí…Oh, la música…los últimos éxitos…bailar aquellos ritmos era demasiado divertido…y las canciones suaves, junto a la penumbra, se prestaban para todos los acercamientos corporales a los que le temía el mundo adulto conservador de nuestra ciudad capital. Imposible detener la vorágine, el gigantesco terremoto mundial que habían generado Los Beatles. Sentíamos que había llegado la hora de la juventud. La hora que marcaba un cambio vibratorio, un movimiento preciso en las agujas del reloj del mundo. Y nuestra ciudad adormecida no podía escapar a eso. La televisión en blanco y negro ya había hecho su aparición en nuestra ciudad, mi padre y los hermanos Raúl y José Miguel Arreaza fueron sus pioneros. Ya programas juveniles televisivos como “El Club del Clan” con Richard Herd, por citar uno, mostraban la nueva cara de los adolescentes, alegres y motivados ante el fortalecimiento de sus arquetipos fundamentales. Antes de la discoteca, el pionero grupo de “Los Teen Stars” aguantó callado la inconveniencia de no tener suficiente soporte social que respaldara sus primeros intentos musicales. Pero ahora, instaladas como fueron unas más apropiadas columnas a través de la acción sociocultural poderosísima de “El Infierno”, era difícil pararle el trote al movimiento juvenil que, a su impulso, había nacido. En aquél tiempo, era yo un chico bien estable, a pesar de mi corta edad adolescente. Mi vida se resumía entre la universidad, mi novia, el Taller de Jaime Richards, mis visitas a la familia Farguell y…”Los Cobra”. Más nada, creo. La llegada de la discoteca añadió a mi vida una nueva perspectiva: varias veces a la semana la visitaba…Motivo? Allí encontraba, siempre sentado en el mismo taburete del bar, a John Sampson. John fue mi primer “profesor” de poesía, en el mejor sentido de la palabra. Uno o dos whiskeys con soda a Bs.5,00 servían de marco a estos dos bohemios que, apartando las insistentes notas de la música discotequera hacían suyos a Rubén Darío, a Whitmann, a Byron. “El Aleph” de Borges, punto extraño de interés para ambos jóvenes poetas, aún proyectados y vitales en el espacio-tiempo. A veces, el alumno José Luis le llevaba a su profesor de poesía algún trasnochado verso para su análisis…y John, atrincherado tras sus lentes metálicos correctivos evaluaba, corregía, y siempre felicitaba, estimulaba. Esa belleza de encuentro entre estos dos amigos ocurría allí, en ese “antro”, en esa “casa de corrupción”, como algunos ortodoxos llamaban a ese mágico lugar de la calle Cedeño, al lado de la casa de los Gobernadores...(Continuará)"


lunes, 10 de octubre de 2016

GANADORES DEL NÓBEL QUE RECHAZARON EL GALARDON

El primer premio Nobel se otorgó en 1901 | Foto: EFE
El primer premio Nobel se otorgó en 1901 | Foto: EFE
Para muchos se trata de uno de los máximos honores a los que puede aspirar un escritor, economista, científico e incluso un político. Sin embargo, en la historia de la entrega de los Premio Nobel, que se remonta a 1895, no todos los ganadores han podido o han querido aceptar los galardonesar
El sistema por el que se adjudica el reconocimiento fue establecido por el filántropo Alfred Nobel para reconocer a individuos u organizaciones que hayan llevado a cabo contribuciones excepcionales a la humanidad en el año anterior a su entrega.
A cada persona laureada se le entrega una medalla, un diploma y una suma de dinero.
Desde que se hizo la primera entrega en 1901, el Comité Noruego del Nobel ha otorgado casi 600 premios en las diferentes categorías: física, química, medicina, ciencias económicas, literatura y paz.
Pero hubo algunos premiados que no quisieron aceptar el galardón o fueron obligados a no hacerlo.

JEAN-PAUL SARTRE

El escritor francés Jean-Paul Sartre fue uno de los principales representantes del existencialismo en Francia.
La gran obra de Sartre, El Ser y la Nada, en la que expuso de manera teórica sus tesis sobre el existencialismo, tiene sus raíces fuertemente hundidas en la catástrofe que significó para Europa la Segunda Guerra Mundial.
Su obra trascendió la perspectiva filosófica e ideó el concepto del comunismo existencialista, el cual plasmó magistralmente en su novela La náusea de 1939.
En ella representa al hombre a la deriva en un universo sin Dios, rehén de su propia libertad.
En 1964, se le concedió el Premio Nobel de Literatura, pero lo rechazó porque "consistentemente había declinado todos los honores oficiales", señala en su página web el Premio Nobel.
Sartre lo consideraba un "premio burgués".

LE DUC THO

En 1973, el Nobel de la Paz le fue concedido conjuntamente al secretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger y al general y diplomático vietnamita Le Duc Tho.
Los dos funcionarios fueron claves en la firma del acuerdo de paz que se firmó para ponerle fin a la guerra de Vietnam.
El acuerdo fue suscrito por ambos funcionarios y el presidente vietnamita Nguyen Van Thieu y permitió un cese el fuego y un intercambio de prisioneros de guerra.
Sin embargo, Le Duc Tho no aceptó el premio con el argumento de que en Vietnam no había paz.

BORIS PASTERNAK

En 1958, el novelista y poeta moscovita Boris Pasternak fue nominado al Nobel de Literatura por "sus importantes logros tanto en la poesía lírica contemporánea como en el campo de la gran tradición épica rusa", indica en su página web la organización del Nobel.
Pero pese a que inicialmente aceptó el honor, el autor de Doctor Zhivago fue obligado por las autoridades soviéticas a declinar el premio.
El trabajo de Pasternak, señala la organización, abordó varios temas como la naturaleza, la vida, la humanidad y el amor.
Su obra más aclamada, Doctor Zhivago, es ambientada en la Rusia de la Revolución Socialista de 1905 hasta la Segunda Guerra Mundial.
Las obras de Pasternak fueron prohibidas en 1958 por la Unión de Escritores Soviéticos tras la nominación del Nobel.
La medida rigió hasta 1988 cuando fue levantada por el líder soviético reformista Mijail Gorbachov.
Pero las obras completas nunca fueron editadas en su país natal hasta 2004.
El hijo de Pasternak, Yevgueni, había dicho que la obra Doctor Zhivagofue considerada "un desafío a la ideología de la mentira" cuando fue ilegalizada.
"Creo que a lo que los soviéticos objetaron más fue al espíritu de la novela", dijo, en conversación con la BBC, Peter Finn del diario The Washington Post y coautor de "El Zhivago Affaire".
"Pensaban que estaba en contra de la revolución, que retrataba al Estado soviético en una luz muy negativa y que sencillamente era inaceptable", señaló Finn.

TRES POR ORDEN DE HITLER

De acuerdo con la revista especialidad Nature, en su edición de febrero de 1937, Hitler emitió un decreto en el que prohibía que cualquier ciudadano alemán recibiera el Premio Nobel.
"Este decreto ha sido emitido para evitar la repetición de los 'vergonzosos hechos del pasado', que presumiblemente se refiere al premio Nobel de la Paz que el año pasado le fue concedido al pacifista alemán, Carl Von Ossietzky", indicó la revista.
Ossietzky, quien también era periodista, se había opuesto abiertamente al Nazismo y a Hitler. Cayó preso en 1931 y estuvo en un campo de concentración.
Adolfo Hitler le prohibió a tres galardonados alemanes recibir el premio.
Richard Kuhn
Kuhn fue un bioquímico que ganó el Nobel de Química en 1938 por su trabajo con los carotenoides y las vitaminas.
"Después de identificar dos tipos diferentes de carotenos con otros dos investigadores, Richard Kuhn estableció la existencia de un tercer tipo en 1933. También condujo investigaciones importantes sobre sustancias relacionadas llamadas carotenoides. Su desarrollo de técnicas cromatográficas fue importante en el aislamiento y la producción pura de sustancias", indica la organización.
Adolf Butenandt
El también bioquímico Adolf Butenandt obtuvo el Nobel de Química en 1939 por sus investigaciones sobre las hormonas sexuales. Le fue concedido conjuntamente con el científico croata Leopold Ruzicka.
En las la década de los años 30, Butenandt contribuyó a mapear varias hormonas que se presentan respectivamente en hombres y mujeres.
"Después de determinar la composición de la hormona sexual femenina estrógeno, logró definir su estructura y una hormona relacionada, el estriol. También consiguió producir, por primera vez, una hormona sexual masculina en estado puro y determinar su composición química. Fue llamada androsterona", señala la organización.
Gerhard Domagk
Gerhard Domagk fue un patólogo y bacteriólogo que ganó el Nobel de Medicina en 1939.
"Durante el siglo XIX, los doctores descubrieron que muchas enfermedades son causadas por infecciones, por ataques de microorganismos. Esto llevó a investigar compuestos químicos para combatir bacterias y otros microorganismos. El desafío se consideraba imposible, pero en 1932 Gerhard Domagk y sus colegas demostraron con experimentos en ratones que las sulfamidas podían ser usadas para contraatacar bacterias que causan el envenenamiento de la sangre. El descubrimiento se convirtió en la base para la creación de varios fármacos sulfa, el primer tipo de antibiótico", indica la organización.
Posteriormente, los tres científicos recibieron el diploma y la medalla, pero no el dinero que incluye el premio