miércoles, 2 de abril de 2014

Bello el más olvidado de los próceres




             
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Don Andrés Bello, el más olvidado de los próceres, tal vez porque sus armas fueron las palabras y no las bayonetas, también tiene su modesta contribución en lo alimentario hedonístico al bautizar con el nombre de “vaina” una bebida reconstituyente muy famosa en Chile. ¿Cómo un académico de la lengua como Bello, humanista, poeta, educador, filósofo, filólogo, pudo recurrir a una palabra vulgar que en sus inicios tuvo connotaciones negativas de dudoso objeto y de uso poco elegante entre la gente de bien? Tal vez porque la escuchó muchas veces en boca de Miranda cuando vivió con él en Londres, en 58 Grafton Way, a donde llegó acompañando a Simón Bolívar en 1810 solicitando ayuda inglesa para la causa libertadora. Fue Miranda quien por primera vez utiliza la palabra “baina”, con b labial, indicando contrariedad, molestia, problema, daño, insulto, según lo registra Francisco Javier Pérez en su Diccionario Histórico del Español en Venezuela. Bello se fue a Chile en 1829 y allí encontró audiencia necesaria para su quehacer académico que lo llevó, entre muchas otras cosas, a escribir la primera Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, luego de haberle dedicado sus mejores versos a Venezuela en su Silva a la agricultura de la zona tórrida. Los chilenos  preparan un trago que contiene vino de Oporto, huevo y canela, algo poco usual en nuestro trópico que, cuando le fue servido a Bello, lo debe haber llevado a exclamar para sus adentros, qué vaina es esta, bautizando involuntariamente un aperitivo que aun se mantiene con un apelativo inocente en esas latitudes. ¿Un aperitivo rico en proteínas, algo de alcohol, abundante azúcar y aromatizado con canela para hacerlo atractivo no solo al gusto sino al olfato? No luce mal” (POPIC, Miro. “Comer en Venezuela”. Del cazavi a la espuma de yuca. P. 88. Miro Popic Editor, C.A. Caracas).

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