lunes, 24 de marzo de 2014

Día Mundial de la Poesía




Los poetas de Ciudad Bolívar, siempre fieles al Día Mundial de la Poesía, desde el 2001 que fuese declarado por la UNESCO, se congregaron, desde las diez de la mañana hasta pasado el mediodía,  en un salón del Hotel de Pedro Toledo situado en la cumbre más elevada de la capital del Orinoco, para consagrar la palabra en lo esencial y reflexionar sobre nuestros tiempos.
         Ese día 21 de marzo el Sol se situó en el plano del ecuador terrestre y baño con su luz por igual los dos hemisferios, dando lugar a la Primavera que hace brotar de vida a  todas las plantas de las muchas que tiene la ciudad, incluyendo a una Ceiba que vino de Puerto Ordaz y que expuso con su fronda las razones  noctívagas ambientadas en la protesta que no cesa como el rayo y hasta hubo una plegaria para esas tres letras  que no terminan de madurar en la conciencia del que pretende mirar más allá de las flores y se queda pasmado en el capullo.
         Habló de primera y cerró con torta y brindis de cumpleaños la poeta mayor Teresa Coraspe, flaqueada por Cristina Besson añorando a su hijo exiliado en el frío que viene del Norte, seguida por Alcides Izaguirre  con sus voces desde las sombras, el arquitecto Wilfredo Velásquez reptando en los socavones de los mineros, la musulmana Jusin soleada por el trópico guayanés, Pedro Osty  con su umbral obsceno hablando de la siempreviva y el orgasmo en sus escritos laterales,  Néstor Roja con sus trabajos del tiempo, Víctor Medina, al borde de la locura, hablando  por celular desde Maracaibo,  Riolama  parlando en sandalias desde el diván, Elena Fernández,  con su plática y su plástica sobre los traviesos de la Isla de Coche, seguido interminable con el profesor Alex Ferguson, Rusalca Fernández, Lourdes Maestracci, Blas Pascuzzi, Arturo Briceño, Josefina Briceño,  Marcis Martínez, Graciela Reyes Chacín, Jorge Casanova,  Aldrick, Britany y Jeús..
         Estuvo el encuentro poético encuadrado dentro del programa conmemorativo de los 250 años de Ciudad Bolívar, no por la importancia del aniversario en sí, sino porque estando Venezuela y particularmente la región del Orinoco, bajo una singular protesta nunca antes históricamente registrada, se establecía una identificación en el sentido de que Ciudad Bolívar nació bajo el signo de la protesta, pues al día siguiente de su bendición por el sacerdote Bruno de Barcelona, los habitantes suscribieron un documento, repudiando el autoritarismo del Capitán José de Iturriaga, quien desde Real Corona (Moitaco) ejercía autoridad militar sobre Angostura.  Allí se agudizó una vieja rivalidad entre el fundador Joaquín Sabas Moreno de Mendoza y el comandante del Alto Orinoco José de Iturriaga que venía desde que ambos servían en la rada de fondeo del puerto de La Guaira.  El Primero como comandante de las fortificaciones y el segundo como representante de España en la Compañía Güipuzcuana.

         Asimismo venía como anillo al dedo el hecho de que el fundador de la antigua Angostura, hoy Ciudad Bolívar, escribía poesía.  De hecho,  para alegría de los circunstantes, el fundador Joaquín Moreno de Mendoza también era poeta como así lo demuestra un largo poema de despedida escrito en Angostura en el que queda reflejado el tema de su dimisión y los avatares de su ingente empresa.  Triste y deprimido por su renuncia concluye con este epitafio que manda graben sobre  su tumba:  “Aquí yace Moreno que ostentando / Lo vi tres años mi cerviz rigiendo /  Buen ejemplo para los que están mandando / Pues en mi Guayana no cabiendo / No bastó lo miraran usurpando / Y este sepulcro le sobró muriendo”.  






 

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